viernes, 27 de febrero de 2009

Nacieron con estrellas y los de abajo estrellados...


La Reforma Agraria, en 1969 con el decreto Legislativo # 177716 significó que los del círculo de arriba, el grupo Romero perdiese el 50% de sus activos y no todo como lo perdieron los de abajo.
El Gobierno le expropió 10,032 hectáreas de tierras cultivables y los pagó con Bonos Agrarios. Sin embargo las normas de Decreto permitían a los hacendados quedarse con la cosecha de la compañía en curso en lugar de retener 150 hectáreas por hacienda. El prefirió quedarse con un valor de $4 millones en efectivo por la cosecha. Además el Decreto Legislativo permitía a los dueños de tierras intercambiar sus bonos agrarios por capital, el cual pudo realizarlo en la industria del algodón pima.
Para los ricos es facil solucionar sus problemas cuando hay voluntad política, pero para el grueso de expropiados agrarios no corremos la misma suerte.

El Mundo al reves...¡Qué escándalo! .


La clase política es abusiva con el peruano; sin embargo claudica ante el extranjero. Hablamos de la manera como los politicastros maltratan particularmente a la clase media local –a la que mantienen exprimida–, y como estos mismos políticos son unos pigmeos con los pantalones empapados frente al amago del foráneo.

Paradigma de lo anterior es el asalto a mano armada llamado reforma agraria. Velasco Alvarado usó a la Policía y al Ejército para sacar a punta de revólveres y fusiles de su fundo a todo “blanquito” clase media o alta dueño de tierras. Recordemos la infame grita “Campesino, el patrón ya no comerá más de tu pobreza” pronunciada hace 39 años por el dictador, con el eco de toda la izquierda hoy refugiada en la comunidad caviar. Sin embargo cuatro décadas más tarde la agricultura en el Perú es una catástrofe que le cuesta a los contribuyentes miles de millones cada año, pues sus impuestos sirven para importar desde papas hasta camotes que podrían sembrarse acá. No olvidemos que el Perú fue un vergel agrícola durante siglos. Pero hoy, salvo unas 100 mil hectáreas cultivadas ahora para la agroindustria –en la mayoría de casos por agricultores confiscados por la reforma–, el resto de tierras se encuentra en abandono producto del minifundio perverso y pauperizador que parió la reforma agraria.

No obstante a esas decenas de miles de propietarios de fundos a quienes Velasco despojó de su propiedad –por ser gente de clase media o alta–, tras 39 años el Estado sigue negándose a pagarles lo que les robó y distribuyó a terceros. ¿La razón? Un establishment político atorrante con el peruano pero rastrero con el foráneo. Y decimos rastrero con el foráneo porque la clase política se allana a pagar hasta el último centavo de lo que los norteamericanos consideren que les ha “robado” nuestro país. Recordemos que a través del convenio Green-Mercado el velasquismo transfirió en secreto decenas de millones de dólares a la Internacional Petroleum en pago por la expropiación de la Brea y Pariñas. Pero a los dueños de tierras confiscadas, cero balas tras cuatro décadas.

¿Será que los politicastros sacan tajada tras arreglar con los extranjeros? Quizá, porque sospechosamente ha entrado al mercado una multinacional dispuesta a comprar bonos de reforma agraria a menos de 20 por ciento de su valor original. Y como mucho propietario de tierra está en la indigencia –el establishment político lo ha dejado así hace 39 años–, están dispuestos a vender sus bonos agrarios por un plato de lentejas. En consecuencia es evidente que esta multinacional acabará cobrándole al Estado peruano –allí sí con intereses leoninos y valor actualizado– todos los bonos de reforma agraria que adquiera a huevo a los arruinados propietarios de tierras, al amparo de un articulillo de contrabando aprobado por el establishment político en torno al TLC con EE UU, que amenaza con anular el tratado si el Perú no paga el menor adeudo a empresas norteamericanas. ¿Permitirá el presidente Alan García un abuso de este calibre?